Saturday, February 7, 2015

Pintando con luz (reseña de exposición fotográfica)

PINTANDO CON LUZ 


Exposición de Aitor Frías y Cecilia Jiménez
Casa de la cultura de Monachil, Granada (Spain)
6 de febrero - 4 de marzo 


«No nombrar, sino sugerir», decía Mallarmé. Éste parece ser el auténtico leit motiv que vertebra la exposición Pintando con Luz, de Aitor Frías y Cecilia Jiménez, una pareja de jóvenes fotógrafos granadinos de cuya imprescindible obra podemos disfrutar del seis de febrero al cuatro de marzo en la casa de la cultura de Monachil.
Me valdré de tres de sus fotografías que a mi modo de ver resumen a la perfección las palabras del poeta francés, y por extensión la exposición en sí, a saber: El canto de la sirena, La espera #3 y La arcilla y el alfarero.  


El canto de la sirena

Esta fotografía, tomada en el ángelus de la playa de la Caleta, en Salobreña, muestra con sobrada elocuencia la suma de intereses que giran en torno a la obra de los fotógrafos: atmósfera, luz, arte, insinuación y contemplación.
Nos acercamos a ella atraídos por el hipnótico canto de una sirena en pie entre dos mundos: arriba, un lienzo liso, un espacio etéreo que da a todas y a ninguna parte a la vez, un cielo telúrico que es vigilia insinuante de poesía; abajo, otro cielo flotando a los pies de la sirena, el reflejo de lo imposible: nubes que son piedra, rocas sumergidas en el aire, el esplendor de un anochecer que no es sino la puerta que la fotografía nos abre para que veamos, a través de la mujer, la comunión entre las dos caras de la dualidad inherente a toda contemplación, aquello que hay fuera y dentro de nosotros, aquello que somos y no somos, lo que vemos y lo que escapa a la vista: lo inefable del momento, capturado con maestría cinegética; una danza terrena sobre los astros.
En la estela de este motivo encontramos otras fotografías como El abismo, donde topamos con lo inabordable del ser humano, la entropía de un complejo mundo interior contenida en un instante que se enfrenta al agua, de nuevo madre y espejo de la realidad; o la serie La Espera, que hace hincapié en lo inasible, lo inexplicable de ese encuentro entre dos mundos, entre dos momentos que representan la complejidad de los sentimientos humanos, valiéndose esta vez de hermosos claroscuros en los que deslumbra la ebúrnea claridad que emerge del vacío, impenetrable campo de posibilidades ocultas en el que la evocación y el simbolismo se fusionan, como los esclavos de Miguel Ángel emergiendo de la piedra: la sugerencia haciéndose concreción.


La espera #3

La tercera de las obras que he seleccionado, de la serie La arcilla y el alfarero —una de sus fotografías nombradas como Best of en Vogue Italia—, es la más representativa de la otra gran característica de su estilo fotográfico, aquel que da título a su exposición: la pintura y la luz. 


La arcilla y el Alfarero

El lienzo que tenemos entre manos, así como la serie Memorias de noviembre, perfilan uno de los elementos más llamativos de una fotografía que juega a ser arte en su más amplio abanico conceptual. Como ellos mismo señalan, se trata de utilizar las mismas herramientas que un pintor de cualquier época, con el añadido de la abstracción propia de nuestra época, y el papel del concepto, en su acepción más contemporánea.
Aitor y Cecilia indagan en la historia del arte para regalarnos unas imágenes que no son píxel, sino pinceladas de luz, que no son solamente fotografías, sino una evocativa fusión entre dos ancestrales rivales. Y es que, si bien la pintura se rebeló allá por el siglo XIX contra la cámara, ellos consiguen reconciliarlas de nuevo en una serie de fotográficas pinturas que suponen la antesala de una obra que acaba de empezar, de un trabajo que no podemos —ni debemos— perder de vista. 

Para más información:


No comments:

Post a Comment